El edificio presentaba serias grietas procedentes de movimientos estructurales nada claros. Un control de testigos evidenciaba el movimiento continuo de todas las grietas y un estudio geotécnico reseñaba una preocupante falta de consistencia del sustrato portante. Paralelamente un levantamiento tridimensional puso de manifiesto desplomes y deformaciones muy importantes. El estudio evolutivo marcaba alguna de las claves de interpretación. A finales del siglo XV se intentó un refuerzo consistente en dos grandes cubos macizos que lejos de solucionar el problema contribuyeron a agravarlo. Finalmente, en el siglo XVI se sustituyó la pared del cubo caído y se apeó con un machón central en la bóveda.
Resultaban por tanto evidentes dos consideraciones iniciales: el castillo se movía y cada fase constructiva lo hacía de forma independiente. Inicialmente en una actuación de urgencia se cosió y dio traba a cada etapa constructiva de forma independiente para garantizar que cada fábrica histórica no se descompusiese a causa del movimiento, pero evitando coser o atar unas fábricas históricas a otras, modificando sus movimientos y alterando por tanto el funcionamiento estructural generado por el propio proceso evolutivo. El edificio continua bajo control de movimientos.
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