El Castillo de Osma, inicialmente solo valorado como ruina romántica en el paisaje, ha resultado ser, tras su intervención, una pieza documental extraordinaria de la historia de la frontera en el siglo X, siendo proyecto y obra, al mismo tiempo, instrumento científico para su relectura y manera de hacerlo legible al visitante.
Con una compleja estratigrafía arquitectónica, el castillo nace a principios del X como una fortaleza Condal hecha con sillares romanos apilados, se consolida con la gran obra de Ramiro II de León y sus sofisticadas saeteras entorno al 930 y presenta reformas de Almanzor, Fernando I, y una gran reforma del siglo XIV. La excavación y documentación de los restos ha permitido localizar las puertas de la barrera exterior, recuperar las rasantes originales, abrir las salidas de agua, documentar una necrópolis medieval, unos cuarteles del siglo XIV y las huellas de las torres Condales cuyos sillares romanos fueron a su vez robados para los cimientos de la catedral.
La intervención respetó cuidadosamente la lectura estratigráfica de sus fábricas, haciéndose ella misma legible sin estridencias, evidenció los distintos niveles históricos en adarves y rondas; consolidó las puertas del siglo X, recuperando las jambas hasta justo debajo del salmer y consolidando el roto con microcosidos sin añadir material que pudiera entorpecer futuras interpretaciones, ya que se vio que era igualmente posible que los arcos fueran de herradura que de medio punto; se dio continuidad a los recorridos de visita, haciendo comprensible la ruina.
Excavados y recuperados los recorridos quedaba el desafío de cerrar los huecos de las torres robadas, tanto por razones de seguridad como para devolver al edificio su sentido inicial en estos puntos. Aunque se tenía las piedras romanas que no se llevaron acumuladas en la parte baja del castillo y los rebajes en la peña del asiento de estos sillares, volver a colocarlos no tenía sentido: las piedras romanas ya eran un acopio constructivo del XVIII, de la misma forma que habían dejado de ser parte de las torres y parte de los edificios romanos para los que fueron labradas.
La decisión de recuperar el cierre y emular las plataformas desaparecidas con madera tanalizada de pino Soria permitió evidenciar los cortes de la peña sin ocultarlos y usar un material que no competía con el complejo proceso estratigráfico del edificio.
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