La Planificación del Plan Director estableció como zona prioritaria para la excavación de la ciudad prehistórica (por estar menos alterada en época medieval) el ámbito donde se ubica el centro de recepción y por ello se contempló una gran excavación en área antes de replantear el edificio definitivo. De hecho, el proyecto inicial estaba concebido con unas grandes vigas pareadas claramente sobredimensionadas con huecos interiores por donde ver los restos arqueológicos que permitían estirar el edificio y colocar los apoyos y los huecos en función de los restos que apareciesen, aunando al tiempo su conservación, su protección y su contemplación.
El edificio de recepción de visitantes que cobija los restos de las viviendas prehistóricas se ha diseñado a la manera de un pabellón que flota sobre la excavación y se ha resuelto básicamente con maderas tratadas de pino e ipe, en los corredores y en las grandes correderas que cierran completamente la caja. Aparentemente juega a ocultarse detrás del arbolado preexistente, en una posición y con una escala y unos materiales que buscan premeditadamente ser discretos y no competir con la imponente presencia del castillo.
Enfrentados y separados ambos edificios por la gran explanada pavimentada según las líneas de fuego de las troneras del castillo, el pabellón de madera se sitúa significativamente fuera del alcance de estas líneas; lejos aparentemente, pero sin perder su condición de privilegiada plataforma de observación que permite, a los turistas que accedan, contemplar los restos prehistóricos al tiempo que tienen una relación visual directa con el castillo o la villa moderna. En la explanada, las «bolas de cañón» limitan la zona de aparcamiento y preservan un espacio previo al monumento que antes garantizó su defensa y ahora garantiza su contemplación.